jueves, 11 de febrero de 2021

Incógnita infinita

 



¡Oh! incógnita infinita que me llena de alegría,

¡Oh! Primorosa cadencia que estremece mi ser,

Cuando al caer en mi alma germina cual semilla

Envuelta en un silencio que se rompe al nacer. 

¿Cómo se forma? ¿De dónde viene? ¿Quién la envía?

¿Es el eco distante del lenguaje del cielo

Qué con acento etéreo pregona en profecía

La febril proclama de sempiternos anhelos?

¿O es el éxtasis diletante del ser interior

Que me hace ir por la vida enajenado

martes, 9 de febrero de 2021

La entrevista

 

Ese día se levantó muy temprano.  Aún no comenzaba el bullicio de las calles y él ya se bañaba.  Era una ocasión importante y lo ameritaba.  

Meticuloso como era, eligió cada detalle de su indumentaria, se peinó frente al espejo, dio brillo por enésima vez a los zapatos y salió, como cosa extraña, con un rumbo predeterminado.  

A las ocho en punto, estaba ya en la dirección que le habían indicado, listo y dispuesto para la entrevista. 

Mientras le preguntaba su nombre y el motivo de su visita, la recepcionista lo miró de pies a cabeza y eso le dio la sensación de que, aunque creía ir impecable, algo no andaba bien.


Siéntese un momento por favor, ya le van a atender.

Gracias — respondió mientras observaba a su alrededor.

El recinto era frío, descuidado, para nada acogedor.  El mobiliario de anticuado diseño y desgastado barniz, sin llamativo.  Había una lámpara en una esquina, pero estaba apagada.   El logotipo de la empresa, acaparaba el espacio en el cual él hubiera colocado un cuadro, ya fuera la réplica de alguno famoso o uno de los que conservaba en su casa de su etapa de pintor. 

domingo, 7 de febrero de 2021

Libertad

 



Con el viento a favor y el anhelo renovado

Despliega mi ser sus alas y alza el vuelo

Para ir en busca de otros mundos, de otro cielo

Y del universo que siempre he imaginado.

¿Quieres emprender conmigo este viaje lejano?

¿Llegar allende las nubes y quedarnos allí?

Entonces extiende tu mano y ven junto a mí,

Que volar es de aquellos que no sueñan en vano.

Surquemos cielo en maravillosa alianza

Hacia la meta suprema de la felicidad,

Donde contemplarse pueda allá en lontananza

Ese entrelazo del alma que brilla en soledad,

Ese convenio entre el amor y la esperanza,

Ese pacto con lo eterno llamado libertad.

Santo y seña

 

Muy de mañana se levantó y mas que otros días, el dolor de la espalda le hizo sentir el agobio de todos sus años. 

Le pesaban los pies.  Le dolían los huesos.

Y el alma, hontanar aquel de donde un día le manaran sueños y un ambicioso proyecto de vida, yacía en él —más que cansada— doblegada por el entorno banal en el que subsistía. 

Aun así, se acicaló y se vistió, como preparándose para acudir a un evento importante.  Porque según decía, amanecer vivo lo obligaba a vivir.  A entregarse pleno.  A insistir en aquella estrategia con la que burlaba a la muerte, que consistía en retomar sus tareas pendientes, iniciar algo nuevo y dejarlo inconcluso para tener el pretexto de volverse a despertar. 


Salió a la calle y entre vivaces pensamientos y un lento caminar, tras muchos pasos, se detuvo frente a una puerta de entallados primorosos, sobre cuyo dintel había un rótulo que en letras góticas decía: “Ábrete sésamo”.  La idea de ver en la entrada un halo de misterio, lo hizo detenerse, solemne como siempre, antes de meter la llave en la cerradura.

viernes, 5 de febrero de 2021

Utopía

 


Esta noche, me atrapó la noche y me hizo suyo,

Estampó sus horas como besos en mi alma,

Me envolvió en su sombra, me arropó en su calma

Y llenó mi silencio del más tierno arrullo. 

Yo estuve allí cuando se cerraba el horizonte

Infranqueable como puerta de un tálamo nupcial,

Viendo el morir de la luz tras el oscuro cristal

Del mismo misterio que fundía cielos y montes.

Eso me volvió a la inconsciencia de mi desvarío

Y me hizo arribar a la playa de un mundo ideal,

Donde lo humano es pesadilla y la utopía es real,

Y en cuyos aires construir puedo mis castillos. 

Siempre










Llevo en mi ser un renuevo de esperanza,

Una llama de amor que en la soledad me abrasa,

Que alumbra mis noches mientras la tempestad pasa

Y nace la estrella que mi alma sueña que alcanza.

Es como una huella a la intemperie en el camino,

Que, aunque la cubra el otoño con hojas de olvido

O el polvo de otros pies que vagan sin sentido,

El rastro es de un bello ideal que desafía al destino.

Como cuando de las cenizas de una hoguera

Al soplo fugaz de un viento libertario,

Dispersas cual agobio de ominoso sudario

Surge fulgente el rescoldo del fuego que fuera.

Claroscuro


Luego del altercado con el policía que cuidaba el parque, quien cuando me vio entrar cámara en mano me detuvo, endilgándome ser un fotógrafo que ofrecía mis servicios por dinero.  Pude —ya aclarado que lo mío era afición y no negocio— instalarme en un lugar en donde a mi parecer, tendría una panorámica de ensueño, pues todo en derredor era una obra de arte. 

Al poniente, un cielo radiante que suponía la antesala de un ocaso memorable, al oriente, un museo cuya fachada hacía dudar si entrar o detenerse a admirar en detalle, puertas, frisos, vitrales y esculturas.  Al norte, sobrevolado por infinidad de aves, un jardín esplendoroso poblado de bancas y columnas de mármol, en cuyos lados había tallados versos y rostros en relieve de sus autores.  


¡Ah! pero lo más espectacular era la calzada ancha y empedrada, que partía desde un arco y avanzaba como un cauce entre jacarandas, almendros y sauces, hasta llegar a una fuente asentada sobre un redondel, que se me antojaba un barco rodeado de sirenas navegando sobre un mar de flores, cuyo mástil comenzaba en la base y terminaba en un chorro de agua que hacía las veces de estandarte.  Luego la calle continuaba, no sin antes compartirse en dos ramales, uno a la derecha y el otro hacia la izquierda.

jueves, 4 de febrero de 2021

Estampida

 

                       El estruendo de un mar en tempestad rodea mí ser,

                            Mil pensamientos como descomunales olas

                            Me abaten implacables en mí estar a solas

                            Y por más que busco, tierra firme no alcanzo a ver.

                            En la ansiedad de mi mente arrecia la tempestad,

                            Brama cual fiera herida al latigazo del trueno

                            Y esparce en estampida de potros sin freno,

                            El caudal de las ideas que concibió en soledad. 

                            En tropel cruzan el umbral de lo imaginario,

                            Con esa gloriosa consigna de sobrevivir

                            Que inspira a aquel que vencido sabe a su adversario.

                            Y ya pasada la borrasca comienzo a sentir

                            En el nacer de un concepto el sublime emisario,

                            Que me habla en el silencio y que me incita a escribir


miércoles, 3 de febrero de 2021

Una historia de harte

 

Ese día muy temprano, lo llamaron de la Comisión Organizadora de Juegos Florales, para hacerle saber que había resultado ganador en la rama de cuento y que, de acuerdo a las bases del concurso, recibiría un premio en efectivo, una presea, un pergamino y la invitación a participar en un congreso, en el que tendría la oportunidad de codearse con escritores y poetas ganadores en ediciones anteriores.

Durante los días previos a la premiación, se mentalizó para enfrentar las situaciones que estaba por vivir.  Obsesivo como era, una y otra vez con paso firme, caminó hacia un proscenio imaginario, repitió lo que diría al recibir el reconocimiento, improvisó respuestas a preguntas que quizá le harían y frente a un espejo, refinó sus ademanes y hasta muy entrada la noche, profundizó en los temas que abordaría al conversar con sus ahora colegas.  No dejó detalle sin considerar, de tal manera que cuando llegó la fecha señalada, estaba más que listo para asumir su nueva condición de literato.


   3

Mucho antes de la hora estuvo allí.  Vestido con un traje oscuro y sin poder disimular su emoción.  Su lugar estaba reservado en la primera fila, hacia donde lo condujo una edecán cuya sonrisa a su parecer, iluminaba el teatro.