¡Oh!
incógnita infinita que me llena de alegría,
¡Oh!
Primorosa cadencia que estremece mi ser,
Cuando
al caer en mi alma germina cual semilla
Envuelta en un silencio que se rompe al nacer.
¿Cómo
se forma? ¿De dónde viene? ¿Quién la envía?
¿Es el
eco distante del lenguaje del cielo
Qué
con acento etéreo pregona en profecía
La febril proclama de sempiternos anhelos?
¿O es el
éxtasis diletante del ser interior
Que me hace ir por la vida enajenado
Sintiendo
el palpitar sublime del germen creador
En un canto que solo en mis sueños he escuchado?
Quizá
emergió de la mar al compás de la espuma
O es
un acorde de sol, horizonte y distancia,
O tal vez
de la armonía entre el silencio y la bruma
O es una antífona entre la flor y su fragancia.
Es la
música una dádiva incomparable
Que
recorre mis venas y llena mi soledad,
Portentoso
misterio, verdad inexplicable,
Arcano infinito que me revela la eternidad.
Ella
inflama y sumerge mi alma en dulce desvarío
Que da
paso a un raudal en la quietud de mí ser
Y como
un rayo de luz se apropia del vacío
Que como un lecho triste dejó el amor que se fue.
Verla
no puedo, pero si sentir que me anega,
Discreta,
sutil, susurrante como una voz
Que revelara los misterios de la fe ciega
Con
que defiendo mis anhelos de este mundo atroz.
¡Por
ella me levanto del fracaso cuando llega!
¡Por
ella me doblego delante de Dios!
No hay comentarios:
Publicar un comentario